El martes, Claudia me hizo unos Brownies caseros, que es su especialidades (digo yo, porque por lo buenos que estaban, daba la impresión). Así que claro, llevo tres días que estoy en la gloria.
Esta entrada la escribo porque no la he llamado para darle las gracias. ¿Que mejor forma de dar las gracias, que dedicarle el día al Brownie de Claudia en mi Blog?
Esta entrada la escribo porque no la he llamado para darle las gracias. ¿Que mejor forma de dar las gracias, que dedicarle el día al Brownie de Claudia en mi Blog?
Y es que era un Brownie tan bueno, que podía haber hecho volver al propio Matojos.
Tan bueno y suave. Según lo cogías, podías notar su suavidad y delicadeza. Al acercarlo, notabas su suave aroma, muy por encima de los típicos bollitos de supermercado. Y cuando te lo metías en la boca… ¡Ay! Cuando te lo metías en la boca. Una explosión de sabor te recorría el paladar, produciendo una sensación de exquisito placer. Un orgasmo para la lengua, que recorre cada una de las papilas gustativas como una agradable descarga con sabor a chocolate y nueces. No os lo podéis ni imaginar…Mmmmmm…. ¡Bueno, que estaba muy bueno, coño! Que me cuesta mucho hablar con palabros y adjetivos tan raros.
Lo dejo así de cortito porque voy a dedicar un buen rato a degustar, a saborear, a paladear el último trocito del brownie. …Mmmmmmmmmmm…
Claaaaaaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuuuuuudiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…
