jueves, 16 de abril de 2009

EL OTRO JUAN CARLOS

Los amigos en ocasiones llegan a pares y a veces, hasta se llaman igual.


Hace unos días os hablé de Juan Carlos , el de Etxbarri, el mago de las complicidades para hacerme llegar las dedicatorias de Buenafuente y Berto. Pero en la vida de la familia hay, al menos, otro Juan Carlos. Este otro Juan Carlos es Jefe de Hematológica del Hospital de Cruces, algo que a mi me parece muy importante, aunque a él no se le nota nada.

Mi admiración por Juan Carlos tiene mucho que ver con la tranquilidad que transmite aun en los peores momentos. Tiene un aire de bonachón que no se aguanta, y es de esa clase de médicos que la primera medicina que te ofrece, y sin receta, es su amistad. De Juan Carlos podría contaros muchas cosas (prepara unas barbacoas…) pero hoy prefiero que conozcáis la conversación que ha mantenido con mi madre y de la que han sido testigos mi abuelo y mi tío Paco.

Juan Carlos ha ido a visitar a mi madre a la habitación 185 del Palace Cruces, donde se aloja por unos días (je, je ,je ) y tras tocarle el abdomen por aquí y por allí y ver que estaba mas rígida que la suela de un zapato ( otra vez, ji, ji, ji ) le ha dicho:

-O te relajas, Pilar, o te mando para el quirófano.
Y la amenaza ha surtido efecto, por lo que Juan Carlos ha vuelto a la carga.
-¿Lo estas pasando mal?
-¿Tengo que decir que bien?-ha respondido mi madre, con ese genio que algunos también conocéis.
-No,- ha contestado con tranquilidad Juan Carlos-puedes quejarte contra estos (por mi abuelo y mi tío, que como he dicho estaban allí presentes), contra mi, contra la “quicio” o contra el mundo. Es mas, seria conveniente que lo hicieras.
- Juan Carlos, no me voy a dar el siguiente ciclo de “quicio”.
-esa decisión-ha contestando él, sin inmutarse – no corresponde a este momento. Ahora toca controlar la fiebre, subir las defensas, empezar a comer, ver la tele…
-Pues tocará lo que tu dices- ha respondido mi madre con mas terquedad que la mula Francis- pero no me la voy a dar.
-No te empeñes, Pilar, en librar batallas que no son de este tiempo-ha respondido él con más paciencia que el Dalai Lama-Todo a su momento, ni un minuto antes. Cuando se está a doscientos metros de coronar el Himalaya no es momento de abandonar por cansancio. Hay que pararse, mirar el paisaje, disfrutar de las vistas y acumular fuerzas para el tramo final. Pero insisto, ahora no toca eso.

Según mi tío y mi abuelo, ambos han continuado con un dialogo de frontenis hasta que la mente de mi madre, como había pasado antes con su abdomen, se ha ido relajando poco a poco por la acción balsámica de un buen médico y buen amigo. Todo en uno.

Juan Carlos es el "Homo..." del fondo. En el centro Amaya. Y... ¡joder Asi! espero que me perdones por esta foto.

Tio, eramos así. Yo me he recortado, que con que me descojone yo, ya vale.


Os cuento una anécdota con él.
Hace algún tiempo, en uno de esos rebotes que me dan con el hospital y de la mala hostia que tenia encima, en mi mente subí a todos los médicos a la planta más alta de la torre central. Los puse en fila y les iba diciendo: ¡fulanito, salta!, ¡menganito, salta! … (así uno detrás de otro…) ¡Juan Carlos, tú baja por las escaleras!, ¡fulanito, salta!...


“Bueno, bueno”, como dice él, por hoy ya vale.

Una última cosa ¿os habéis fijado en la torre del hospital de Cruces? Es genial. Se pueden tirar médicos, políticos, obispos, policías municipales, ex presidentas de asociaciones, profesores petardos, gerentes, banqueros, presentadores rosas… “bueno, bueno” ¡lo que se quiera tirar!


Total, ¡están las URGENCIAS debajo!