martes, 9 de junio de 2009

PARA ISABEL FRANCO

El otro día he leido el blog de Isabel: http://blogs.laverdad.es/yotambientengocancer/posts

Isabel, dices: “Ese es el denominado estilo de vida. Y el mío, a la vista de la experiencia, era cancerígeno.”

No sé si estoy muy de acuerdo contigo. El estilo de vida que tenemos es el que nos ha tocado a cada uno. Mucha gente como tú, con tu mismo estilo de vida pasará por la vida sin enterarse jamás lo que es una aguja (inyección), incluso sin saber lo que es un quirófano y más aun, una cama de hospital. Pasaran de largo de las batas blancas, las que quizás solo vean para cosas banales. A cambio otras personas con seguro mejor estilo de vida sufrirán esta enfermedad. En esta historia no cuenta que vivas en la ciudad, en el campo, cerca del mar o en un desierto. Quizás pueda influir algo, pero desde luego no creo que sea determinante.

Quiero darte otro punto de vista. Qué estilo de vida podría llevar un chico de doce años que a lo único que se dedicaba era a ir al cole y a disfrutar lo que podía con sus amigos. Un chico con una madre pesada hasta el infinito con las dietas equilibradas y sobre todo con las verduras. Un chico sin malos hábitos, que de la noche a la mañana tiene un dolor en la pierna y que después de cuatro pruebas le dicen que tiene un osteosarcoma. Algo que no tiene ni idea de lo que es. Ni tiene por qué.

Ahora tengo dieciséis años, y en los cuatro años que me he pasado en el hospital, ingresado o yendo y viniendo he conocido chicos de mi edad, algunos mayores, pero la inmensa mayoría han sido niños de muy corta edad. Tres, cuatro, cinco, seis… años. Incluso menos. Niños con un año. Es más, para rizar el rizo te diré que conocí a un bebe a la que ya en el vientre de su madre le detectaron un tumor en la cabeza. Carla, un bebe que ya nació mezclando la leche de su biberón con quimioterapia. Me acuerdo que le metían la dosis con cuentagotas y su caso fue especial porque nunca antes habían tenido uno igual (al menos eso oí yo). Un bebé que pronto se acostumbró a que todos los padres, médicos, enfermeras y auxiliares estuvieran pendientes de ella. Cuando estaba bien sonreía a todo el mundo que se le acercaba para decirle cosas. Cuando se encontraba mal simplemente lloraba.

A Carla, me contaron mis padres, la vieron un día corriendo y jugando por los pasillos del hospital, en la consulta del oftalmólogo (creo) porque tenía algún problema de visión que había que controlar.

El cáncer infantil no exige que hayas tenido un estilo de vida especial. No puede.

Tiene que haber más motivos.

Isabel, en todo lo demás estoy de acuerdo contigo pero no merece la pena torturarse.

Posiblemente ya lo conozcas pero hay un libro que a mí me gustó mucho y me ayudó, “El mundo Amarillo” de Albert Espinosa.

“El mundo está lleno de personas amarillas. Gente que irrumpe en nuestra vida y con la que enseguida conectamos, que nos ayudan a progresar, que conspiran a nuestro favor. Juntos forman un mundo mas cálido y amable, mejor para vivir. Son los Amarillos“

Tu blog, el mio y otros muchos son buena prueba de ello.

Muchos besos y gracias por incluir tu foto en mi blog.


El libro también os lo recomiendo a cualquiera de vosotros, pero... podriais imaginaros lo que saldria de la mezcla Albert Espinosa y Buenafuente. Espero con esto poneros una sonrisa.

Y desdramatizar.