viernes, 26 de junio de 2009

SEXTO CICLO

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho, Estamos en el octavo día de la última quimio que le han dado a mi madre. La sexta. La última. El último ciclo de los seis que tenían que darle. Ahora vendrá la operación cuando la avisen, pero eso ya llegará.

Ahora mismo está en los días claves, en los que todos los niveles de la sangre están por el suelo y pueden bajar más.

Algunos ya sabéis lo mal que lo ha pasado con la quimio y el sufrimiento que ha sido cada ciclo, cada uno que le daban le decía al médico que ya no quería más, pero en cuanto se encontraba recuperada iba al por el siguiente. ¡Ánimo ama, ya estás en el último!

Ayer se levanto por la mañana (esto parece lo normal, pero no lo es, ya que ha habido muchos días que se ha levantado por la tarde y muchos otros que no se ha levantado), y se tumbó en el sofá. A medida que iba pasando el tiempo cada vez estaba más nerviosa porque mi padre no se levantaba y había que hacer un montón de cosas. El no poder hacer nada por falta de fuerzas a mi madre la revienta. Se pone muy nerviosa. Luego hemos tenido una conversación y parece que se ha quedado algo más tranquila.

Por la tarde he salido con mi padre a dar un paseo por el molino de Aixerrota. Hoy he preferido salir solo con él, así hemos podido charlar un rato de esas cosas que hablan los hijos con los padres, ya sabéis, de cómo se encuentra mi madre, de cómo me encontraba yo, mi tema del sueño y del dormir (este ha sido un buen debate), del curro de mi padre (ya sabéis que ha tenido que cerrar la tienda), del sabor de los helados, de lo perjudiciales que son las txutxes pero lo buenas que están… bueno de esas cosillas. Y de repente suena el móvil, un mensaje de mi madre: “38.3 No tardéis mucho”.

Llegamos a casa y cuando entramos en su habitación estaba tapada hasta las cejas, con 50º en la habitación, que ríete tú de la temperatura de Murcia. La sábana, un edredón, la colcha y por si fuera poco tenía la bata puesta por encima. ¡Pero tú estás loca! Le he subido la persiana, le he abierto la ventana y le quitado toda la ropa que tenia encima, solo le he dejado la sábana. ¡Así se baja la fiebre! ¡O ya no te acuerdas!

¡Cuántas veces me lo ha hecho ella a mi! Ya sabéis que cuando se tiene fiebre, la sensación de frio es espantosa. Bueno, pues no me ha dicho nada, solo me ha mirado y me ha dicho: - A la bañera con agua tibia no voy ni loca.

A la media hora su temperatura ya era normal. Y es que un ibuprofeno ayuda, pero hay ciertas medidas que son fundamentales. Ama, con todo el cariño, ¡donde las dan, las toman!