sábado, 6 de junio de 2009

MICRORRELATOS

En el último ingreso del hospital, una noche que entramos en el blog de Arkhonomada vi que había montado como una especie de concuerso de microrrelatos. Al día siguiente escribí esto con la intención de meterlos por la noche. No sé que pasó (bueno si lo sé) pero el caso es que al final no se metieron.

Mira tú por dónde me valen para hacer hoy la entrada.


Microrrelatos:

Soledad

Era de noche y una enorme y brillante luna llena se alzaba sobre mí. Mis piernas se movían a la velocidad del rayo, sobre el embarrado suelo de un bosque de altos arboles. Sabía que algo me seguía, sin hacer ruido, casi como si sus pies no se posasen sobre la húmeda hierba. Choqué contra un rosal que a la luz de la luna se me antojó hermoso y mortal. Me araño la piel del cuerpo, las piernas y la cara. Sus espinas dejaron su huella a la vez que probaron mi sangre, pero no me importo, pues el miedo recorría mi cuerpo, dándome una fuerza secreta y oculta. Luche contra las afiladas espinas que agarraban con sus afiladas garras mis ropas y mi piel, y seguí corriendo, mientras la sangre corría por mi cuerpo.

Corrí durante mucho tiempo, consciente, de que lo que me seguía, estaba detrás mío. No oía otro ruido que el de los desbocados latidos de mi corazón. Pero la poca suerte que había tenido hasta el momento no duro mucho, pues una piedra se cruzo en mi camino, tirándome al suelo y dando por concluida la persecución. Fue entonces cuando vi, a la luz de la luna, una figura envuelta en unas telas negras y raídas, que se movían ondulantes al son del viento. Tenía una cara joven y mortalmente pálida, un largo pelo liso y plateado que `parecía flotar y unos ojos rojos como la sangre, con unas rendijas afiladas que me miraban impasibles, en los que vi reflejado mi rostro roto por el miedo. Sin hacer ruido se acerco a mí, me extendió una mano y con una voz fría como el hielo dijo:

–Soy la Soledad, a partir de ahora siempre estaré contigo.

En sus ojos se reflejo la Luna y estos se tornaron de un color azul intenso mientras una fría sonrisa aparecía en su rostro mortal. A partir de ese día en adelante, la Soledad siempre estuvo a mi lado, y a pesar de eso, nunca me encontré más solo.



La música de Morfeo

Después de un largo y duro día de trabajo, mi cuerpo se encontraba cansado y agotado. Me arrastre hacia mi cama con las piernas doloridas y los brazos caídos y cansados, mientras me quejaba del agotamiento que recorría mi cuerpo. Deje caer mi cuerpo como si me lanzase al vacio.
Aterricé sobre el mullido colchón, que me recibió con delicadeza y me abrazó con sus finas sábanas. Sentía el peso de mis parpados, y mientras los cerraba pude escuchar una suave música en mi mente que me hundió en la oscuridad y me arrastro al mundo de los sueños: La música de Morfeo. Porque Morfeo también tiene su música.

Segundos después, el cansancio y el agotamiento habían desaparecido. Me encontraba en un mundo más allá de los límites de la realidad, donde todo era posible y estaba al alcance de mi mano.