lunes, 7 de septiembre de 2009

PERSONAJE

A lo largo de mi enfermedad he conocido gente maravillosa, que me ha ayudado y que se han preocupado por mi. Mucha gente, de la cual ya he hablado aquí. Mis amigos de siempre del colegio y del instituto, profesor@s, mis medic@s (de estos todavía no he hablado), mis enfermeras y auxiliares, otros padres que he conocido en el hospital… y luego vosotros, todos los que escribís en mi blog, mucho o poco, pero que me hacéis compañía diaria y gracias a vosotros me entretengo y me mantenéis ocupado. No quiero distinguir a ninguno, porque todos a vuestra manera me seguís ayudando. Y yo a mi manera os doy las gracias a todos, a los primeros y a vosotros. Sois y son gente a la que aprecio y quiero.

Esto ya lo sabéis de sobra, pero hoy de lo que quería escribir es de esa otra gente que también te encuentras y que son capaces de lo que sea para seguir en su puesto, aunque para ello tengan que joder a quien sea y al precio que sea. Ya he hablado de algunos de ellos en este blog, como han sido el gerente del hospital (que ya no está) que fue capaz de ignorar una carta que le escribí, apoyada con un montón de firmas, durante un año. De algún profesor y profesora a los que un alumno con cáncer no les ha importado durante todo un curso. Personajes (que diría mi padre), que te vas encontrando y a los que hay que aguantar, soportar y a veces sufrir. Como si no tuviéramos poco. ¡Hay que joderse!

Pero de toda esta gente que he conocido (no mucha, afortunadamente) hay alguien que se lleva la palma. Lo más de lo más. Esta sería la bruja en cualquier cuento infantil. Sería “la tía buena” en la peor pesadilla, a la que nunca podrías tocar por más que lo intentaras. Sería la tía fea, en otra pesadilla con la que siempre te toca bailar. Seria el lobo en un rebaño de corderos. Seria Gargamel entre los pitufos. Sería la uva podrida del racimo. O la pipa rancia de la bolsa, que siempre te hace escupir. Por poder ser, puede llegar a ser hasta una ladilla que se te instala ahí donde se instalan las ladillas.

Un personaje siniestro cuando lo conoces, capaz de vender su alma al diablo por conseguir lo que quiere. Es más, por vender puede vender a cualquiera cuando ya no le interesa. Capaz de mentir por cubrirse sus espaldas, aunque las mentiras recaigan sobre “pobrecitos niños con cáncer”.
Un personaje manipulador, te cuento a ti lo que le pasa a aquel y a aquel lo que te pasa a ti, pero que vosotros no lo sepáis entre vosotros. Fulanito es esto y Menganito está como está por lo que está. Mañana me entero y luego te llamo para contártelo, pero no le digas a nadie quien te lo ha contado. Por cierto, que sabes de …

Un personaje desagradecido, porque no valora a quienes en su día le echaron una mano cuando más le hacía falta. Y no solo esto sino que cuando ya le han sobrado los ha fulminado para recibir toda la luz y que nadie le haga sombra.

Un personaje interesado, porque cada paso que da, cada movimiento que hace, cada palabra que dice, lo hace en beneficio propio. Luego reparte migajas entre los más necesitados.



Yo he recibido esas migajas y al principio son halagadoras, hasta que te das cuenta que van envueltas en un celofán que se llama mezquindad.


To be continued.