domingo, 20 de septiembre de 2009

MIS ANILLOS

Primero deciros, después del tema de ayer, que Dios si existe. Se le puede ver por los pasillos del hospital. Camina rápido, siempre está muy ocupado. Usa serrucho, taladro y tornillos. ¡Coño, a mí sin ir más lejos me ha operado dos veces!


Lo que quería contaros hoy es una chorrada, pero como a veces no se que escribir y como Lulú ha mentado el mercado medieval y aparte de eso he recibido un regalo que me ha hecho mucha ilusión de Moncayo (gracias Moncayo, espero que el rey Salomón no se entere) y me he visto hoy las dos primeras películas de “El señor de los anillos” pues voy a hablar de mis anillos.

El año pasado por estas fechas nos dimos un paseo por el mercado medieval, que por cierto fue un numerito pasear y mirar en los puestos montado en una silla de ruedas. Más de un tobillo me llevé por delante sin querer, por supuesto, pero la cara de dolor que se le queda al que le “tocas” es un poema. Cuando mira para atrás y te lanza una mirada para morderte hay que poner cara de “perdone” y si aun así persiste entonces señalas al que va empujando y que se entienda con él.

A mi lo que me apetecía comprarme ese día era un anillo de esos que hay plateados con dibujos. Pero quería uno especial, la idea que yo tenía en mi cabeza estaba clara. Quería un anillo que representase la música. Asique me recorrí todos los puestos que había con anillos y los miraba todos, uno por uno, porque no penséis que es fácil, primero tienes que ver uno que te guste y luego te tiene que valer para el dedo que te lo quieres poner.

Mis padres ya estaban de los nervios de tanto mirar, pero ellos no sabían lo que yo andaba buscando. No entendían por qué había que mirarlos todos, si todos son parecidos. ¡No, no, de parecidos nada!

Al final encontré lo que andaba buscando. Lo compré. Mi padre respiró. ¡Por fin! – ¿Qué, contento ya? –Pues sí aita, pero si me acercases hasta el puesto aquel que hemos estado al principio, el que tenía toldo granate… es que he visto otro que también me gustaba…

Ríete tú del careto de mi padre. Igualito que el de la vieja que le acabas de arreglar el tobillo con la silla de ruedas. Había que atravesar prácticamente todo el mercado otra vez.

Conseguí lo que quería: Un anillo que para mi simboliza la música y otro que simboliza el dibujo y lo artístico. Estos, junto con el que heredé de mi abuelo, otro de Mai y ahora el de Moncayo son… ¡mi tesoooooooro!