martes, 25 de agosto de 2009

LOS ESPEJOS

Como mis tripas están empeñadas en hacerme viajar continuamente del salón al cuarto de baño pues me he dado cuenta que últimamente me paso una gran parte del día sentado en el trono, eso sí, con el libro de turno que esté leyendo, pero que estoy de estos viajecitos hasta el culo, y nunca mejor dicho. Aquí unos que si a Granada, otros a China, a Cancún, otros de crucero, Lulú que nunca viaja se va a Galicia, otros a Bilbo todas las noches, Rosalía a la playa, otros a León, alguno a Alcossebre y otros paseando la burra por Ezkaray… que aquí mucho capitán, capitán, pero aquí me encuentro sentado en la puta taza del váter todo el día, y esto que para muchos es un placer para mi ya empieza a ser un aburrimiento, por no decir nada del presupuesto en papel higiénico que llevo, mientras vosotros lo invertís en terracitas…

En todo esto estaba yo pensando esta tarde, sentado donde ya os he dicho, cuando me he percatado que en frente tenía un tipo haciendo las mismas muecas que yo. El espejo. ¡Joder, que situación! este tío lleva aquí el mismo tiempo que yo, haciendo los mismos esfuerzos, los mismos movimientos… y tiene pinta de estar tan harto como yo.

Es curioso un espejo. Te ves y esa es la imagen que tienes de ti realmente, pero te pones a pensar y te das cuenta que no es así, que todo está invertido. Porque vamos a ver (imaginaros la situación), si yo tengo a mi tío Paco, por ejemplo, enfrente mío y le digo: tío vamos a levantar los dos la mano derecha estirada a la vez, bueno, en el caso de mi tío mejor vamos a levantar la mano izquierda, no la vayamos a liar y se mosquee. Pues eso, el uno frente al otro y los dos la mano izquierda arriba, a la vez ¿qué pasa? Nada, los dos levantamos la mano izquierda. Pero ¿qué pasa si lo hago frente a un espejo? Pues pasa que el del espejo no lo hace así. Si estoy de frente a un espejo y levanto la izquierda, el del espejo está levantando la derecha. Y claro a mi esto no me afecta mucho, pero es que en el caso de mi tío el resultado que le da es que tiene en frente un facha de puta madre. Y esto puede doler e incluso traumatizar. (Tío, déjate de experimentos).

Si serán mentirosos los espejos que hasta las ambulancias ponen el nombre al revés para que nos demos cuenta.

Y luego están los espejos estos de aumento que tienen las mujeres para estropearse la cara. Otros igual. Que viene tu madre y te dice ¡uy hijo, que espinilla tienes ahí! Y tú te vas corriendo al cuarto de baño, coges el espejo, te enfocas y directamente te da un sincope. Porque esa espinilla no es así como se ve. Para nada. Ahí por lo menos hay pus para untar una docena de rebanadas. O sea, mentira también.

Conclusión rápida, que no hay que fiarse un pelo de los espejos. Todo lo que cuentan es al revés. Mirar los problemas que le trajo el espejito famoso a la madrastra de Blancanieves. ¡Qué esta es otra! Vaya ganas de meterse en berenjenales la tía. Si eres reina, pues eres reina y ya está, no te líes con el puto espejito que sabes de sobra que no te va decir la verdad y te va a complicar la vida.


NO HAY QUE FIARSE DE LOS ESPEJOS, NI DE LOS CRISTALES QUE REFLEJAN.