jueves, 17 de septiembre de 2009

Estoy como el loro del chiste, tengo el cuerpo que parece que me ha pasado un tren por encima. Ya sabéis, ese de “chufla, chufla que como no te apartes tu…”

En estos momentos estoy, con dolor en la pierna, en las tripas, con retención de líquidos, tengo ratos que me cuesta respirar y para animar el cotarro me han metido una pastillita fucsia y negra, para evitar que esté agobiado y el resultado es que estoy todo el día medio volado. Joder con la pastilla, ahora mismo me cuesta hasta escribir. Hoy mi padre, además de censor y “negro” va a tener que hacer de corregidor, porque en cuatro renglones que llevo el Word no para de marcarme cada palabra en rojo. Y no son solo fatas de otografia, no, es que me como lq mitas de ls letas.

Bueno, que me enrollo, como dice Moncayo. A lo que iba, ya sabéis que el domingo fui al hospital porque no me encontraba nada bien y el lunes la doctora me mandó para casa. Me debió de ver divino, aunque no sé cómo me miraría porque yo marche igual que fui. Bueno, igual igual no. Marché con menos ganas de las que llevé pero a cambio me traje un mosqueo del copón. Y no me refiero al tema de la ambulancia, que esa ya os la contaré otro día, me refiero al puto tema de cagar (con perdón y papel) en el hospital.

Me puede alguien explicar cómo se hace para entrar en un cuarto de baño con una pierna hinchada, que mide lo mismo en el muslo, en la rodilla y en el tobillo, que pesa una tonelada (casi), sin fuerzas y atado con no sé cuantas gomas, que cuando no tira una tira la otra y encima con la mascarilla de oxigeno puesta. Por si fuera poco, encima tienes que entrar con la torre donde están enchufados los medicamentos, aparato maravilloso que no se por qué siempre tiene doscientos cables enrollados a las ruedas y que da igual como los pongas, a los diez minutos están igual.

Pues esto no es nada. Si jodido es entrar para que os voy a contar lo que es salir. Cuando estaba en el cuarto de baño solo de pensarlo se me volvían a poner las tripas flojas. Así que venían las enfermeras y siempre me encontraban cagando, venían las médicos y lo mismo. Y claro, vino la ambulancia a buscarme y me pilló cagando también. Que esa es otra ¿por qué siempre tiene que entrar alguien preguntando cuando estás con la faena? El problema para salir es que te tienes que levantar del “sitio”. Vuelve a movilizar esa pierna que casi no la puedes mover y sitúala en posición de levantamiento. Sin fuerzas. Y sin ningún sitio donde agarrarte para hacer fuerza y ponerte de pies. Me están entrando sudores de acordarme.

Bueno, resumiendo, (que yo hoy no tenía muchas ganas de escribir) que no estaría mal que alguna habitación de la zona de oncología tuviese algún cuarto de baño un poco adaptado para minusválidos. Por lo menos unas barras donde te puedas agarrar para sentarte y para levantarte. No creo que vaya a ser yo el único que haya pasado por una situación así o similar. Así que he pensado que como tenemos gerente nuevo le voy a mandar otra carta explicándole el tema a ver qué dice. No penséis que quiero hacer colección de “contestaciones de gerentes de Cruces”, es simplemente que creo que tengo algo de razón. Ya lo pasé fatal con el tema cuando las dos operaciones en mi pierna y la verdad es que siempre ha sido un tema que me ha incomodado bastante cuando he estado ingresado. Además ya lo he contado antes alguna vez.

Yo en Cruces no cago a gusto. ¡Coño!